¿Cómo leen la Biblia las feministas?

J.P. Martínez
6 min readJan 19, 2022

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El feminismo ha sufrido diferentes cambios desde su primera ola acaecida durante el Renacimiento (1300-1700+, d.C.). En aquel momento se exigía igualdad ante la ley y acceso a la ciudadanía para las mujeres. La segunda ola, inmersa en las teorías marxistas sobre la familia (1800+), buscó el derrocamiento del patriarcado- etiqueta con la que se calificó el dominio opresivo de corte burgués sobre las mujeres. Finalmente, la tercera ola de origen occidental (1900+) nació con la idea de que el ser mujer se definía por construcciones sociales arbitrarias y despóticas. Estas ideas se exacerbaron a tal grado que dieron a luz al denominado feminismo radical.

Este último feminismo es el que ahora busca la legalización del aborto y la mutación de los valores tradicionales asociados al orden público, la maternidad, el recato y la religión, entre otros.

En Latinoamérica dicho feminismo existe dentro de la iglesia como un movimiento intermitente. Los nichos donde este feminismo aparece eventualmente son los seminarios, institutos bíblicos y universidades vinculadas ideológicamente al cristianismo. Pertenece a las denominadas teologías contextuales que parten del ser humano en su análisis de Dios.

Características de la hermenéutica feminista

Para identificar y entender a este feminismo en la iglesia presentaremos en seguida los siguientes puntos de referencia:

UNO. Niega que la Biblia sea la Palabra de Dios escrita. En el orden de ideas de Barth, el teólogo suizo, enseñan que la Biblia es “un testigo de la revelación”. No se puede sostener entonces la doctrina bíblica de la inspiración plenaria de las Escrituras.

DOS. Afirma que la Biblia debe ser liberada de la interpretación masculina y blanca, y económicamente estable. Como subproducto de las teorías de la interseccionalidad (la búsqueda de categorías de opresión sobre una persona), este feminismo espera que la así llamada hermenéutica de la sospecha (desconfiar de la lectura tradicional de la Biblia) sirva a la eliminación de conclusiones que favorezcan el poder de los varones blancos en perjuicio de las mujeres y los pobres de tez oscura -en Latinoamérica el progresismo habla de "pigmentocracia" para referir el presunto privilegio político, económico y social de los más blancos sobre los menos blancos.

TRES. Afirma que la Biblia debe leerse desde la experiencia de la mujer como víctima del sistema patriarcal. Significa que al leer un texto de la Biblia debo buscar de qué manera yo como colectivo oprimido puedo descubrir en la Biblia dos cosas: señales de violencia hacía mí (estructuras de opresión) y señales de alivio a mi situación de no-persona (posibilidades de liberación). Las preguntas que hay que hacerle al texto son: ¿Qué injusticias sociales encontramos aquí? ¿Qué hay en la enseñanza que revierta esta situación?

CUATRO. Afirma que debemos leer la Biblia como un conjunto de construcciones de la realidad. Lo que se narra en la Escritura no es necesariamente lo que pasó en los hechos. Este feminismo dice que lo escrito en la Biblia obedece, de una forma u otra, a las estructuras de poder y privilegio masculino en que estuvieron involucrados sus autores. Y eso está reflejado en el texto. Por ello no debe leerse a la letra sino con sospecha, sobre todo en aquellos lugares en donde la mujer es violentada según algunos versículos tradicionalmente normativos para la Iglesia.

CINCO. Afirma que debemos deconstruir los elementos patriarcales de la Biblia y reconstruirlos con igualitarismo y nuevas masculinidades. Hay que ser proactivos y proponer relecturas del texto bíblico para responder a las necesidades de las mujeres y colectivos oprimidos. Es en este punto que el feminismo elabora su teología propia y concluye que el Dios de amor recién descubierto por esta hermenéutica es incompatible con todas o la mayoría de las lecturas y prácticas tradicionales de la iglesia respecto de la mujer, y por ende debemos desecharlas. Los varones deben ser deconstruidos para que su lado femenino aflore y cese la violencia de género.

¿Es esta la mejor manera de acercarse a la Palabra de Dios?

El Dr. Abner Chou sostiene que existen cuatro formas de acercarse al significado de los textos bíblicos. Solo una de ellas es correcta -si es que queremos entender la Escritura como lo hacían Jesús y sus apóstoles. Chou argumenta que el significado de la Biblia no se debe buscar ni en el lector, ni en la comunidad ni en el texto a la letra, sino en la intención del autor.

El Dr. Mark Bailey del Seminario Teológico de Dallas, por su parte, tiene un acercamiento más mesurado en el tema e indica que en realidad los significados pueden llegar a converger: hay significado en la mente del autor, en el texto mismo y en el discernimiento que tiene el lector, como se observa cuando Felipe interpreta Isaías 53 para responder la pregunta acerca del porqué sufrió Jesús (Hch.8:26–40), y Pedro cuando, leyendo el mismo texto, responde a la pregunta acerca del cómo sufrió Jesús (1 P. 2:21–23).

La hermenéutica feminista o su técnica de interpretación de la Biblia se halla dentro de la categoría de aquellos que buscan el significado en el lector y la comunidad. No en el autor, ni tampoco en una integración regida por el propio texto. Es un acercamiento antropocéntrico. La Biblia es como un espejo donde el lector y el colectivo se intentan encontrar según sus anhelos de cambio personales. Su cruzada contra el denominado pensamiento bíblico misógino y mentalidad machista de la iglesia es el eje desde el cual deben de partir sus estudios teológicos y bíblicos.

Al feminismo no le interesa descubrir qué quisieron comunicar originalmente los autores de la Biblia porque eso lleva el sesgo de la hegemonía imperial y patriarcal. Los autores escribieron muy probablemente desde su privilegio masculino -piensan. Lo que importa es hallar la manera de romper con esa cadena bíblica de opresión estructural contra las mujeres sin dejar de apelar a la Escritura.

En suma, la hermenéutica feminista hace imposible conocer el significado real de la Biblia. No se puede encontrar el evangelio ni la voluntad de Dios para el hombre. Por eso, como herramienta política es muy interesante para la gente que participa de las agendas de género, pero para la Iglesia de Cristo tiene muy poca utilidad.

Tal vez esta hermenéutica feminista logre poner acentos en problemas de abuso dentro de la iglesia contra las mujeres; los hay y no son pocos. Sin embargo, el remedio puede llegar a ser peor que la enfermedad al privar a los lectores de la Biblia de conocer su verdadero mensaje de redención.

Una súplica final

Los teólogos conservadores deben mirar con atención estos fenómenos sociales. Abrirse al intercambio y captar aquellas cosas que se deben atender para generar entornos eclesiásticos sanos y seguros para las mujeres que buscan al Señor.

Ya no estamos en una época en la que cerrar los ojos y descalificar tales propuestas al instante, sin análisis y desde una presunta superioridad moral, se puede seguir considerando signo de regia ortodoxia. Porque mientras nosotros atacamos al feminismo sin cuartel (muchas veces desde la más patética ironía machista), los teólogos feministas acompañan a las mujeres y niñas abusadas dentro de nuestras iglesias, sin negar lo que les ha pasado y enfrentando a sus abusadores; nosotros seguimos diciendo que todo eso es un ataque de Satanás contra la iglesia y optamos por proteger a nuestras instituciones y sus líderes antes que responder a las víctimas del abuso.

La hermenéutica feminista es definitivamente un camino resbaloso para leer las Escrituras. Pero también lo es la negación de los problemas que padecen las mujeres y las niñas dentro de la iglesia de Cristo; las soluciones fáciles del tipo: "calla, quédate en casa y sométete para que seas realmente feliz", o como publicó un famoso teólogo conservador hace unos días, "córtate el pelo y sé hombre de verdad", ya no son una opción. Hay mucho trabajo por hacer.

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J.P. Martínez
J.P. Martínez

Written by J.P. Martínez

Escritor y Broadcaster. Egresado de UABC, UOC y MINTS. Alumno de posgrado en el Dallas Theological Seminary. Verdad y amor al prójimo.

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