Diez cosas que no son dispensacionalismo
Revisando la obra Dispensationalism and the history of redemption (2015) de la Facultad del Seminario de Dallas
Uno de los errores más recurrentes entre los críticos del dispensacionalismo es su insistencia de estar interactuando con las obras más viejas de la tradición. No es que estas obras -entre las que se hallan los libros de Sperry Chafer, C.I. Scofield y compañía- estén llenas de equivocaciones, pero sí adolecen de respuestas a desafíos que posteriormente presentaron los objetores anti-dispensacionalistas, y de la natural elaboración en curso de todo sistema que sigue perfeccionándose.
Chafer, por ejemplo, respondió en su Dispensational distinction denounce (1944) a la objeción de la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana en Estados Unidos, de que el dispensacionalismo enseñaba varios caminos de salvación. Pero no respondió, por ejemplo, como lo hizo William Watson en el 2015 a la objeción de que Darby inventó el dispensacionalismo (ver Dispensationalism before Darby). Tampoco tuvo que contestar a las objeciones populares de Hannegraff que Mark Hitchcock y Thomas Ice revisaron en el 2007 en Breaking the apocalypse code, ni a las objeciones del amilenialismo más moderno como lo hizo Matt Waymeyer en el 2016 en Amillenialism and the Age to come. Tampoco se respondió en aquel entonces a las objeciones de la teología del reemplazo como lo trató Michael Vlach en el 2010 en su Has the church replaced Israel?
Y la lista puede seguir.
Los críticos siguen citando a Scofield (¡la edición de 1909! a menudo ignorando las posteriores revisiones que incluyen esfuerzos de gente del tamaño del Dr. Feinberg), y a otros predicadores, a veces populares solo en la red, sobre todo cuando dicen locuras acerca de la profecía bíblica, para presentarlos como lo mejor que el dispensacionalismo puede ofrecer. Esta falta de rigor intelectual y presencia de saña amarillista, más que dañar la reputación del dispensacionalismo lastima la propia imagen del movimiento anti-dispensacionalista, regularmente posmilenial y amilenial, dejándolo como un mero aficionado a las novelerías.
El Seminario de Dallas sigue respondiendo
El Seminario Teológico de Dallas (DTS) produjo, recientemente, una obra acerca del dispensacionalismo cuya especial importancia radica en dos factores: primero, la escribieron diez académicos del Seminario dispensacionalista más importante del mundo. El Seminario, por obvias razones, ha sido centro de ataques también de parte de aquellos que han querido desacreditar la teología dispensacional. Oí alguna vez a un crítico decir que el propio Seminario estaba abandonado su tradición pues se había dado cuenta del carácter “primitivo” del dispensacionalismo. Nada más lejos de la verdad (y lo digo como parte de la familia del DTS). Ciertamente, el Seminario tiene una pluralidad de perspectivas en distintos temas (no siempre exentos de problemáticas), pero sigue unido por esta herencia dispensacionalista.
En segundo lugar, esta obra es de lo más actual que se puede hallar si se quiere emitir una opinión informada acerca de lo que está pasando dentro del dispensacionalismo. No leerla y pretender conocer el estado actual de la tradición para criticarla es incurrir en una falta de responsabilidad académica. Un poco más lamentable que una crítica insustancial, es el abandono del dispensacionalismo sin antes haber revisado bien la tradición, con la disciplina que se merece el posible choque que puede implicar el cambiarse a otro grupo teológico (a veces cambios de iglesia, incluso de temperamento, de curso en el ministerio, etcétera).
El libro que honra el pasado
El libro se titula Dispensationalism and the history of redemption. A developing and diverse tradition. Fue editada por los Drs. Glenn Kreider y Jeffrey Bingham y publicado por Moody Publishers en el 2015. Allí escriben, además de los propios editores, los académicos dispensacionalistas Svigel, Holsteen, Merrill, Bock, Toussaint, Blaising, Pugh y Campos. Incluye una nota introductoria muy iluminadora del Dr. Mark Bailey.
Sumamente significativo es el Prefacio del libro. Porque en lugar de proceder al divorcio con el pasado que hoy pretenden varios dispensacionalistas en el nombre del progreso y la novedad, presentan la obra como testimonio de vínculo y gratitud:
Dedicamos este libro con gratitud a Charles C. Ryrie. Su Dispensacionalismo hoy, conocido ahora simplemente como Dispensacionalismo, ha sido el punto de partida de muchas conversaciones. Recordamos y honramos el legado de Lewis Sperry Chafer y John F. Walvoord como teólogos dispensacionalistas con un corazón para el evangelio. También lamentamos la reciente pérdida de Howard Hendricks, de quién aprendimos las habilidades de la pedagogía, y J. Dwight Pentecost de quién aprendimos a esperar las cosas por venir.
En seguida vamos a anotar algunas cosas sobre el primer capítulo escrito por el Dr. Glenn Kreider que se titula ¿Qué es el dispensacionalismo? Kreider es Profesor de Estudios Teológicos en el Seminario Teológico de Dallas.
Kreider inicia relatando cómo creció y estudió en iglesias e instituciones dispensacionalistas. Dice que no permaneció en el dispensacionalismo solo por tradición sino por una cuestión hermenéutica, de revisión de otras posiciones teológicas, de análisis histórico de la materia y de cuestionamientos de parte de otros que había que responder. Entonces indica que hay que iniciar por exponer lo que no es el dispensacionalismo.
Lo que no es el dispensacionalismo
UNO.- El dispensacionalismo no es un sistema teológico, al menos en el mismo sentido en que se habla de los sistemas luterano, calvinista, arminiano y demás.
Los dispensacionalistas confiesan la fe histórica de la iglesia, la Trinidad, la cristología de Calcedonia, la perdición de toda la humanidad, la salvación por la gracia sola a través de la fe sola en Cristo solamente, la resurrección de los muertos, el regreso corporal de Cristo, etc. Los dispensacionalistas no tienen un punto de vista distintivo de Dios, la salvación, la cristología o el evangelio. En cambio, afirman las doctrinas de la ortodoxia cristiana evangélica.
Es verdad que el dispensacionalismo tiene una enorme tradición dentro del evangelicalismo norteamericano, pero como indica Bock, “comparte cuestiones comunes con la ortodoxia evangélica” (Dispensationalism, Israel and the Church,citado por Kreider).
Muy importante es reconocer que “lo que distingue al dispensacionalismo no impacta las doctrinas cristianas básicas” (Kreider, 2015).
DOS.- El dispensacionalismo no es heterodoxo o herético.
Hay mucho odio contra la teología dispensacional debido en parte a la descalificación que algunos autores han hecho de la misma tildándola de herejía. Una audiencia incauta que recibe esta desinformación es propensa a subirse a cruzadas ideológicas contra el dispensacionalismo. Kreider anota al pie de página el caso de Sam Storm, popular amilenial, quién a pesar de que no usa la palabra herejía, sí indica que el dispensacionalismo es algo que “el Nuevo Testamento niega explícitamente”.
Pero ningún concilio de la iglesia jamás a condenado al dispensacionalismo- indica Kreider- ni ninguna doctrina de la fe ha sido negada o comprometida en la tradición. Lewis Sperry Chafer fue acusado de hereje en su época por algunos críticos reformados pero nunca prosperó el cargo. Menos prosperará el día de hoy.
TRES.- El dispensacionalismo no es monolítico.
Esto significa que es una tradición en desarrollo. Entre dispensacionalistas jamás ha existido un estándar exclusivo de interpretación de los textos bíblicos. Están unidos por un conjunto de creencias antes que por un conjunto de interpretaciones rígidas.
Blaising observa que en medio de la diversidad entre dispensacionalistas, todos enfatizan la autoridad de la Escritura, la importancia de reconocer distintas dispensaciones, el carácter único de la iglesia en la historia de la revelación, la importancia de la profecía bíblica y del discurso apocalíptico, el inminente y premilenial regreso de Cristo y el futuro para la nación de Israel (ver Contemporary dispensationalism).
CUATRO.- El dispensacionalismo no es un acercamiento hermenéutico que se le impone a la Biblia.
El dispensacionalismo trata de leer la Palabra de Dios de una forma en que pueda ser soportada por la Biblia misma. Existe un lente dispensacional a través del cual se lleva acabo esta tarea.
CINCO.- El dispensacionalismo no es anti-tradición.
Kreider indica que aunque es verdad que los antiguos dispensacionalistas miraban a la iglesia institucional con sospecha, “el dispensacionalismo no rechaza las denominaciones ni las tradiciones de las iglesias”. Por esta razón hay dispensacionalistas en diversas denominaciones cristianas así como en entornos no denominacionales.
SEIS.- El dispensacionalismo no es individualista.
Los dispensacionalistas creen, dice Kreider, que la iglesia es el cuerpo de Cristo, que la evangelización del mundo es una responsabilidad corporativa, que los dones espirituales se describen a través de una analogía con el cuerpo humano (1 Co.12) y que el crecimiento y la santificación se dan en el contexto de la iglesia.
La distinción entre Israel y la Iglesia no niega esta unidad de un solo pueblo de Dios, salvado por gracia por medio de Cristo y por la fe sola.
SIETE.- El dispensacionalismo no es primariamente una posición escatológica.
La mayoría de dispensacionalistas creen, indica Kreider, en el rapto pretribulacional de la iglesia, pero hay mucho más dentro de la teología dispensacional que se estudia con atención.
Podemos hablar aquí, por ejemplo, del enorme interés de Chafer sobre la gracia de Dios y la santidad. También del hecho de que -como narra Charles Ryrie- las Conferencias Proféticas de 1878 en Estados Unidos “escasamente trataron sobre el dispensacionalismo” (Ryrie, Dispensationalism, 1995).
OCHO.- El dispensacionalismo no coloca el propósito soteriológico contra el propósito doxológico.
Kreider anota al pie de página que Ryrie fue impreciso al decir que el dispensacionalismo era doxológico mientras que la teología del pacto era individualista y soteriológico. El dispensacionalismo cree, como dice el Catecismo Menor de Westminster, que “el fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de él para siempre”. Entiende que la historia bíblica es la historia de la redención. Es el mensaje de un Redentor trabajando en su mundo para salvarlo, y este trabajo redentivo lo glorifica.
NUEVE.- El dispensacionalismo no es una tradición académica.
Este punto no puede ser más importante. A diferencia, por ejemplo, de construcciones teológicas como la Nueva Perspectiva de Pablo, la Teoría del Templo Cósmico o la teoría cientista-evolucionista de la muerte antes de Adán, que nacieron entre eruditos sumergidos en los libros y que pocos conocen, teniéndose a estos a menudo como de superior y singular alcance intelectual, el dispensacionalismo ha sido un movimiento popular.
Kreider reconoce que muchos dispensacionalistas han servido con expertise en la Academia, pero antes que eso el dispensacionalismo ha estado entre la gente, sobre todo en las iglesias, los colegios, las agencias misioneras, la televisión, la radio y ahora en la Internet.
DIEZ.- El dispensacionalismo no es necesariamente una filosofía pesimista de la historia.
Aunque hay dispensacionalistas que enfatizan la prueba y fracaso de la humanidad en cada dispensación, no toda dispensación -como anota Ryrie- acaba mal. De hecho, puede decirse que es optimista pues la historia de la redención constituye un “espiral ascendente” y no algo cíclico. La gracia de Dios avanza, progresa en la historia, sigue salvando y se acerca el Reino milenial. Finalmente, Kreider indica:
El dispensacionalismo es una teología bíblica. Está enraizada en las enseñanzas de las Escritura y asegura ser un modo de leer las Escrituras que ella misma indica.
Para demostrarlo, Kreider pasará a decirnos ahora qué es el dispensacionalismo. Pero eso será objeto de una entrada posterior. ¡No dejes de suscribirte!
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