Más allá del meme
Cómo parte de las lecturas en uno de los cursos con el Dr. Alfaro -director del programa del DTS en español- tuvimos que leer su artículo “¿A alguien le importa la teología?” (2004).
Se trata de uno de esos artículos que te deja con una sensación de inquietud. Una y otra vez el texto recalca la tragedia del escenario teológico latinoamericano. Citando a René Padilla, Pedro Savage y Emilio A. Nuñez, entre otros, la conclusión que percibí es aplastadora: Latinoamerica no tiene teología propia y un grave aire de anti-intelectualismo permea las iglesias en la región:
Tenemos que admitir que para contar a los evangélicos estudiosos o académicos latinoamericanos de seriedad mundial, nos alcanzan los dedos de nuestras dos manos.
Mientras leía el artículo adopté una posición crítica, no defensiva. Pensé en qué estamos haciendo los evangélicos para construir una teología sana y realista, quiero decir, que responda a nuestra realidad.
Creo que no hay mucho que defender.
Al menos en la atmósfera virtual — a la que afortunadamente cada vez más pastores y maestros prestan atención, pues es donde multitudes de consumidores cristianos se forman una opinión para bien o para mal- podemos detectar dos prácticas que los llamados “defensores de la sana doctrina” ofrecen al público todos los días y que no ayudan a avanzar a sus audiencias:
- Retórica populista e incendiaria de influencers cristianos (o tomando una expresión del Dr. Alfaro, “activistas irreflexivos”).
Estos representantes de la sana doctrina en el mundo hispanohablante acostumbran considerar “apologetica" al ciberacoso, doxing e inquisición puritana virtual. Uno de estos ministerios, conocido por su contenido altamente amarillista y reaccionario, opera bajo el eslogan “sana doctrina para Latinoamérica”. Otro asegura representar y defender “a los verdaderos y piadosos hombres de Dios según los Catecismos y las Confesiones reformadas". Uno más, después de proponerse “limpiar" la mala reputación que tienen los calvinistas por peleoneros y sensacionalistas, recientemente adoptó el enfoque del nacionalismo cristiano y se subió a la campaña política de su país advirtiendo de la “inminente destrucción que el comunismo prepara contra nuestra gente”.
Se trata de mero entretenimiento y alarmismo para las masas y escasa contribución a su formación teológica.
2. Inundaciones virtuales de afiches con frases cortas, inconexas y carentes de contexto.
Otra de las prácticas de muchos de los interesados en la sana doctrina ha sido subir ad infinitum imágenes y fotos con frases de Spurgeon, MacArthur, Edwards, Washer, Lawson y un largo etcétera. Hay cuentas que se han llenado de miles de seguidores por constituirse en el eco de ciertos predicadores, cuya fama naturalmente han ayudado a expandir entre latinoamericanos. Difícilmente un feed cristiano es abierto el día de hoy sin que aparezca una cascada de estos afiches que tratan cualquier cantidad de cosas en pequeñas frases y proverbios.
Los memes también son parte de esta práctica, pero cuando menos no pretenden educar sino primariamente burlarse o poner de forma divertida alguna contradicción o situación ilustrativa. Es ironía capsular. Todos hemos interactuando con afiches y memes (yo he hecho y compartido varios) pero muchos los han tomado como parte de su estudio diario de doctrina cristiana, tarea que evidentemente estos materiales no están diseñados para cumplir.
2 Pedro 3:18 dice: “crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo". No se podrá cumplir este propósito mientras sigamos alimentándonos y formando nuestras opiniones a partir del populismo reaccionario y sensacionalista de muchos de los influencers cristianos en la red, y de la avalancha de afiches que, por muy interesantes que sean las citas, sirven más para aumentar la popularidad de sus representados que para educar al pueblo de Dios.
Mientras estás cosas sigan llenando nuestras vidas cristianas, Latinoamérica seguirá siendo el elefante teológico que lo ha caracterizado a través de los años.
Posdata. Este dibujo lo hizo mi hija mientras escribía este artículo.