Qué quieres decir con “no admitas ninguna acusación contra un anciano…”

J.P. Martínez
3 min readMar 25, 2022

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Augustus Nicodemus recogió en un artículo las preocupaciones que existían en el mundo reformado ante el problema de abuso de poder e idolatría que había especialmente entre carismáticos (aunque Nicodemus no menciona a los carismáticos directamente). En su artículo titulado “¿Qué quieres decir con “no toques al ungido del Señor…”?” escribió que 1 Crónicas 16:21–22, 1 Samuel 24:6,9 y 1 Samuel 1:14 que apuntan a la expresión “no toques al ungido del Señor, ni hagáis mal a mis profetas”, para muchos evangélicos se convirtió en una forma de censurar la libertad de expresar preocupaciones respecto de las acciones de los líderes de ministerios cristianos. Nicodemus escribió:

Esta resistencia de David en matar a Saúl por ser el ungido del Señor ha sido interpretada por muchos evangélicos como un principio bíblico referente a los pastores y líderes a ser observados en nuestros días en las iglesias cristianas. Para ellos, una vez que los pastores, obispos y apóstoles son los ungidos del Señor, no se puede levantar la mano contra ellos, es decir, no se puede acusarlos, contradecirlos, cuestionarlos, criticarlos y mucho menos, que se mueva cualquier acción contraria a ellos. La unción del Señor funcionaría como una especie de protección e inmunidad dada por Dios a sus ungidos. Ir contra ellos sería ir contra el propio Dios.

Por supuesto, Nicodemus aclara que a pesar de esta disposición de David hacia Saúl a la luz de la Palabra de Dios, David no dejó de confrontar a Saúl por perseguirlo sin causa (1 Sam.24:15) y hasta llegó a pedirle a Dios que lo castigara (24:12), advirtiendo que el juicio de Dios estaba por llegar (1 Sam.26:9–10). Nicodemus concluye:

No hay duda de que nuestros líderes espirituales merecen todo nuestro respeto y confianza y que debemos acatar su autoridad — mientras, por supuesto, estén sumisos a la Palabra de Dios, predicando la verdad y caminando de manera digna, honesta y verdadera. Cuando se vuelven reprensibles, deben ser corregidos y amonestados. Pablo guía a Timoteo de la siguiente manera, en el caso de presbíteros (obispos/pastores) que fallan:

“Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos. A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman”. (1 Tim. 5:19–20).

Paulatinamente, la preocupación del mundo de la sana doctrina por el mundo carismático se convirtió en una preocupación dentro de sus propias filas. Aquellos vicios que observábamos en otros terminaron siendo también los nuestros.

Mientras Nicodemus apuntó a 1 Timoteo 5:19–20 como evidencia contra la supuesta “inmunidad de la unción”, nosotros comenzamos a invocar este texto bíblico para tratar de blindar la reputación de nuestros líderes de sana doctrina favoritos. Ahora, cuando se intenta descartar cualquier crítica contra nuestros líderes predilectos armamos argumentos intentando protegerlos, con la idea implícita de que cualquier testigo en su contra es un testigo falso. No importa quién sea, qué autoridad tenga, cuál sea su trasfondo o la calidad de las evidencias. 1 Timoteo 5:19–20 siempre se levantará como el escudo protector. Lo único que tenemos que esforzarnos por lograr es desacreditar a los testigos, por numerosos que sean, la mayoría de las veces buscando qué defectos de carácter puedan tener más que evaluando sus pruebas.

Usando el hilo con el que Nicodemus expone su tema, se puede decir que los hombres de Dios, “los verdaderos ungidos por Él para el trabajo pastoral”, no responden con “no admitas ninguna acusación contra un anciano porque todos los testigos son falsos”, sino respondiendo a los cuestionamientos, las críticas y las discordancias con “argumentos, verdad y sinceridad”.

No se callan a las ovejas diciendo: “no me acuses al anciano…” dando la impresión de que no hay testigo confiable contra ellos sobre la tierra y construyendo al mismo tiempo un DARVO, es decir, silenciando una crítica válida y comenzando a culpabilizar a la víctima. Los hombres de Dios, antes que una amenaza, ven en los críticos una oportunidad de mejorar. Y ante las calumnias, un espacio para fortalecer su reputación con la verdad y el amor.

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Written by J.P. Martínez

Escritor y Broadcaster. Egresado de UABC, UOC y MINTS. Alumno de posgrado en el Dallas Theological Seminary. Verdad y amor al prójimo.

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