Una defensa de las siete dispensaciones
En el reciente vídeo titulado ¿Qué es el dispensacionalismo? hablamos del concepto de las dispensaciones desde una de las obras más actuales sobre el tema: Dispensationalism and the history of redemption (2015), escrita por profesores del Seminario Teológico de Dallas (DTS).
En dicho vídeo dejamos en claro que el número de dispensaciones no es esencial al dispensacionalismo. Que unos aceptan tres, otros cuatro y otros siete, por ejemplo. En este artículo referiremos la defensa que hace el Dr. Glenn Kreider de las siete dispensaciones, una posición clásica que, sin embargo, el desarrollo de la teología dispensacionalista no ha afectado de forma importante. Nos daremos cuenta de que el dispensacionalismo es tan actual como antiguo, y que hay un hilo conductor que atraviesa toda la tradición dispensacional que une a una gran nube de testigos (Heb.12:1).
UNO. La creación.
Dios creó al hombre y a la mujer y les dio la responsabilidad de poblar la tierra y cuidar de la creación (Gn.1:26–27). Kreider indica que ellos “serían la representación visible del Dios invisible”. Aunque Dios en su infinito poder pudo haberse hecho cargo de todo sin asistencia humana, cedió parte de esta administración a la humanidad. Debían multiplicarse precisamente porque la tarea exigiría una enorme cantidad de personas. El plan de Dios para su creación-dice Kreider- sería administrado a través de ellos.
DOS. La caída.
Satanás, enemigo de Dios, entró en el Jardín del Edén y convenció a Adán y Eva de que siguieran su plan: comer del fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, asegurándoles que no morirían, como Dios les había advertido (Gn.3:4–5).
Cuando se consumó la rebelión, Dios vino a pedirles cuentas, los vistió con pieles de animales y los exilió sin posibilidades de regresar. La tierra fue sujeta a maldición debido al pecado y la humanidad fue destinada a morir física y espiritualmente. Sin embargo, el plan de Dios no había concluido:
Dios ahora administra su plan de manera diferente a como lo había hecho antes de la caída. Él no destruyó a sus criaturas rebeldes, ni tampoco las reemplazó por otros cuidadores, ni cambió su responsabilidad de poblar la tierra. En su lugar, lo que cambió fue el contexto de su tarea; ahora debían cumplir su responsabilidad de cuidar un mundo marcado por el pecado y todos sus efectos. Y al final, ellos morirían (Kreider, 2015).
La Biblia no dice textualmente: “Y aquí cambió la dispensación”, pero el cambio es obvio antes y después de la caída.
TRES. Después del diluvio nacen las naciones.
Ante tanta maldad, Dios se propuso destruir a la humanidad (Gn.6:13–17), excepto a Noé y su familia, y los animales que subieran al Arca (vv.18–20). La humanidad a la que se le había encargado cuidar de un mundo en pecado, terminó llenándolo de maldad y perversión. Entonces Dios terminó una dispensación para comenzar otra.
No se puede pasar por alto la gracia de Dios en estas dispensaciones. La vida del ser humano y la creación fue preservada, no aniquilada. Cierta continuidad entre esta nueva dispensación y la anterior se puede observar: se les manda que se multipliquen y que llenen la tierra (Gn.1:9–3), pero se añade que ahora la dieta incluirá los animales y que estos temerán al hombre:
Antes del diluvio, los humanos y los animales eran vegetarianos; después del diluvio, los humanos y los animales comerían seres vivos. Este cambio dietético demuestra un cambio en la manera en que Dios administra su plan para la creación (Kreider, 2015).
La Biblia de referencia Scofield de 1909, al definir está dispensación se enfoca en el gobierno humano:
Su característica distintiva es la institución, por primera vez, del gobierno humano- el gobierno del hombre por el hombre. La función más alta del gobierno es tomar judicialmente la vida del hombre (p.16).
Al definir el pacto noéico Scofield lista siete elementos, ninguno de los cuales refiere el cambio dietético. Este dato es relevante para poder apreciar el desarrollo que la tradición dispensacional ha tenido. En una misma dispensación dos teólogos dispensacionalistas, que reconocen la misma dispensación, miraron énfasis diferentes en la nueva administración aunque no sean de ningún modo excluyentes ni contradictorios entre sí.
CUATRO. El llamado de Abraham.
Los descendientes de Noé, hablando una sola lengua, se asentaron en una llanura en la tierra de Sinar (Gn.11:1–2). Fructificaron pero elaboraron un plan desde ese lugar para hacerse famosos y no ser dispersados: erigir una ciudad y una torre de ladrillos y asfalto cuya cúspide llegara hasta los cielos (vv.3–4). Eso no estaba dentro de los tratos de Dios con la humanidad en esa dispensación.
Dios bajó, confundió su lenguaje y los dispersó por toda la tierra (Gn.11:9). Kreider observa al igual que Scofield y Ryrie, un patrón de prueba, fracaso y juicio. Dios no destruye a la humanidad pero confunde su comunicación. Entonces da lugar a una nueva dispensación: la patriarcal o la bendición a todas las naciones.
El juicio de Dios, observa Kreider, rompió con la hegemonía que el lenguaje les daba y los dispersó, pero “en medio de este juicio, Dios le dio a la humanidad el regalo del multiculturalismo” (Kreider, 2015). La riqueza y diversidad cultural que observamos hoy en Europa, Latinoamérica, África, Asia y todo lugar en el mundo fue, en estos términos, un acto de gracia del Señor del que hoy podemos gozar, y que al mismo tiempo que nos da identidad y raigambre étnicos nos deja ver que somos distintos y al mismo tiempo compartimos un origen común.
Dios entonces llama a Abraham de Ur de los Caldeos (Gn.11:31) y a través de él promete bendecir a su familia y a todas las familias de la tierra (Gn.12:1–3). En la dispensación anterior trató con una familia, la de Noé. En esta nueva dispensación Dios revela su plan de bendecir a todas sus criaturas sobre la tierra por medio de Abraham. Según el apóstol Pablo esta promesa dada a Abraham es el evangelio (Gál.3:8).
Para Scofield (1909) este fue un pacto incondicional. Mientras la dispensación era condicional (los israelitas debían permanecer en la tierra prometida), el pacto era perdurable. Por eso, al incumplir en la administración de Abraham la dispensación terminó, pero no la promesa del pacto.
CINCO. Éxodo y Ley.
Parece ser- indica Kreider- que el cambio de dispensación de Abraham a la Ley de Moisés no fue resultado tanto de un fracaso como de una demostración del amor de la fidelidad de Dios, manifestada por medio de la liberación del pueblo del poder de Egipto, la promesa de su regreso a la tierra prometida a Abraham, Isaac y Jacob, la entrega de la Ley en el Sinaí y el liderazgo de Moisés (Éx.29:46).
Esta dispensación es sumamente importante: “la ley de Moisés es la constitución del pueblo de Dios” (Kreider,2015). Dos ejemplos servirán para indicarnos la trascendencia del cambio dispensacional: primero, antes de la Ley la gente podía laborar en sábado, mientras que después de ella esta actividad en dicho día fue penalizada con la muerte (Nm.15:32–35). Así también, antes de la Ley se podía comer “todo lo que se mueve y tiene vida” (Gn.9.3), mientras que después de la Ley los animales fueron divididos en dos categorías, puros e impuros (Lv.11:46–47), y los impuros estaban fuera de lo que era permitido. Aún tocarlos era considerado una falta que declaraba impura a la persona (vv.24–25).
Muchos otros cambios se pueden observar como “la construcción de sitios y objetos para la adoración, festivales y fiestas, sacrificios y ofrendas, leyes y ordenanzas para el gobierno, y requisitos legales y judiciales” (Kreider,2015). Sobre esta dispensación C.I. Scofield indica que “la prueba de la nación por medio de la ley terminó con el juicio de la cautividad, pero la dispensación misma terminó con la cruz” (Scofield, 1909, p.94). Así se puede comprender mejor el cómo entre el fin de la prueba de la dispensación de la Ley y el inicio de la dispensación de la gracia -en las categoría de Scofield- la ley siguió vigente.
SEIS. El Espíritu y la bendición a todas las naciones.
Kreider observa aquí un cambio dispensacional que traza desde la dispensación de la Ley al nuevo pacto. Cambiaron las leyes dietéticas otra vez (Mc.7:18–19; cfr. Hch.10:9–16). Ya no fue necesario guardar el sábado o enfrentar la pena de muerte (Col.2:16–17).
En esta nueva dispensación la vida y obra perfecta de Cristo entró en escena. Jesús se encarnó, vivió una vida sin pecado y murió sustitutoriamente por nosotros como Cordero sin mancha ni arruga delante de Dios. Resucitó al tercer día y ascendió al cielo. El Espíritu que prometió (Jn.16:7–11) fue enviado finalmente en el día de Pentecostés (Hch.2:1–13). Ahora judíos y gentiles forman un solo cuerpo mediante la salvación solo por la fe en Jesucristo, y por la pura gracia de Dios (Ef.1–2). C.I. Scofield llama a esta dispensación de la misma forma que la llama el apóstol Pablo en Efesios 3:2: “La dispensación de la gracia de Dios” (ver su nota a Juan 1:17).
La escandalosa nota de Scofield a Juan 1:17 en su Biblia de 1909 ha sido ya extensamente revisada por los dispensacionalistas y modificada con oportunidad. La Nueva Biblia de referencia Scofield de 1967, publicada por Oxford, eliminó la sentencia que decía: “El punto de prueba ya no es más la obediencia legal como condición de la salvación, sino la aceptación o rechazo de Cristo, con buenas obras como fruto de salvación” (Scofield, 2015, p.1115). Y se añadió a la nota marginal una clara explicación de que ninguna obediencia a la ley aseguraba “la justicia y la vida para una raza pecaminosa…antes de la cruz la salvación del hombre fue solo por la fe, sobre la base del sacrificio expiatorio de Cristo, visto por Dios con anticipación”. Pero hay que reconocer que ninguna modificación es suficiente para aquellos cuyo espíritu antidispensacionalista los anima cada día a descalificar la tradición.
En la nueva dispensación Dios ordenó hacer discípulos a todas las naciones (Mt.28:19) y ser testigos hasta los confines de la tierra (Hch.1:8). En esta dispensación que Kreider llama “del Espíritu” “es a través de la iglesia que Dios bendecirá a todas las naciones a través de la morada del Espíritu Santo” (Kreider, 2015).
¿En esta dispensación, la iglesia ha reemplazado a Israel o ha cumplido todas las promesas dadas en el Antiguo Testamento a dicha nación? De ninguna manera. Kreider sostiene que “el plan de Dios para el Israel étnico será cumplido en el futuro (Ro.11:1). El plan para Israel será cumplido en Jesús y, a través de Él, en todos los que estén unidos a Él por gracia a través de la fe” (2015).
SIETE. Los nuevos cielos y la nueva tierra.
La dispensación final comenzará con el regreso de Cristo a la tierra, como indica Apocalipsis 19 (del milenio a la eternidad). Hebreos 4:9–11 profetiza “un reposo sagrado para el pueblo de Dios”. Todos los creyentes en Cristo esperamos “un Reino inconmovible” (Heb.12:28), “una ciudad por venir” (13:14), “la ciudad del Dios vivo…la Jerusalén celestial” (Heb.12:22–24; cfr.Ap.21:1–7).
El reino milenial será terrenal (Ez.37–26–28). Nuestro destino final no es un cielo etéreo, una nube o un paraíso suspendido en el aire. La nueva creación incluye nuevos cielos y nueva tierra: “Dios hará de la tierra Su casa para siempre” (Kreider,2015).
Scofield (1909) llama a esta dispensación “la plenitud de los tiempos” en la que Cristo toma su reino y termina toda opresión. Es un tiempo de recompensa y de gloria, y de restauración y conversión de la nación de Israel (p.1250). Entre dispensacionalistas se han reconocido diferencias en la explicación de los propósitos mileniales de Dios para la iglesia y para Israel. Ryrie (1995) hablaba de un propósito celestial para la iglesia y uno terrenal para Israel. En esta línea se ha dicho que los israelitas que murieron en fe durante la dispensación de la Ley tienen un destino celestial final, mientras que los que vivan con cuerpos mortales durante el reino milenial junto sus descendientes cumplirán las promesas nacionales terrenales dadas a Israel (pp.135–137). Otros dispensacionalistas como Vlach creen que la iglesia e Israel entrarán en los mismos términos al milenio terrenal, aunque desde luego, bajo el reinado del Mesías y la primacía de Israel entre las naciones.
Como quiera que sea, evidentemente la unidad de la tradición dispensacional es mucho más fuerte que cualquier diferencia que se pueda observar, como hemos analizado en este artículo acerca de las siete dispensaciones.
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